Camp O se encuentra en el punto medio de una de las montañas de los Catskills, al Noroeste de Nueva York a mil metros de altitud. Se accede al terreno a través de un camino entre arces, robles y abedules de gran altura y termina en un pequeño claro en pendiente.
La casa-estudio se emplaza en el claro existente minimizando el impacto en el terreno. Al haber mucha pendiente y para aprovechar al máximo la ubicación, se proyecta una huella de 24 x 58 pies (7,2 x 17,6m), un volumen estrecho y largo en el que la cubierta de los primeros 24 pies es a un agua teniendo el punto mas alto en el lado Oeste y el mas bajo en el Este; los 34 pies restantes tienen la cubierta a un agua en el sentido opuesto.
Como el terreno tiene una pendiente de un 10% a lo largo del camino (Norte-Sur) y de un 20% perpendicular a éste (Este-Oeste), se coloca una losa de hormigón y un muro de contención en forma de U que se abre a la cara opuesta al camino, donde están las mejores vistas de las montañas y el valle.
Para abordar los cambios drásticos de temperatura y vientos fuertes en sentido Norte-Sur de la zona, maximizar confort interior y minimizar consumo energético la mayoría de los huecos se abren en las caras Este y Oeste consiguiendo ventilación cruzada, aprovechando al máximo la radiación solar y protegiendo el edificio de los vientos dominantes.
Se construye un sistema de fachada ventilada con todo el aislamiento en la cara exterior del muro y cubierta, consiguiendo una envolvente continua, eliminando puentes térmicos y dejando la estructura vista hacia el interior de la casa. En fachada, se utiliza cedro carbonizado “Shou Sugi Ban”, una técnica japonesa que da a la madera mayor resistencia al agua, al fuego y a los insectos sin ningún tipo de mantenimiento. El proceso de carbonizado proporciona una textura iridiscente que refleja la luz y los colores de las distintas estaciones y horas del día. Además, el envejecimiento del cedro carbonizado con el paso del tiempo y de los elementos entra en sintonía con el bosque.
La circulación interior se plantea como una mímesis de la experiencia del acceso al terreno, entrando por un espacio estrecho, con luz indirecta procedente del hueco de la escalera (el camino) y donde se organizan los dormitorios y zonas de servicio en dos plantas. Al final de este pasillo se abre un espacio de doble altura (el claro) que alberga salón, comedor, cocina y estudio. A lo largo del edificio se alternan luces de 4 pies (1,10m) para puertas y ventanas abatibles y luces de 8 pies (2,20m) para piezas fijas de vidrio que enmarcan las vistas.
Tres huecos y dos cubiertas inclinadas. El primer gran hueco, además de dar luz indirecta a la escalera y al acceso en la planta inferior abre una vista de pájaro a las montañas desde el dormitorio principal. Los otros dos huecos, flanqueando el espacio de doble altura, muestran dos perspectivas radicalmente distintas: el horizonte lejano montañoso al Oeste y las copas de los árboles al Este. La percepción del espacio interior varía a lo largo del día y a lo largo del año, con el cambio radical del paisaje en cada estación, haciendo que la experiencia de los materiales varíe según la luz, frondosidad y color del bosque.
De esta forma, la casa es una caja de resonancia que intensifica la experiencia del exterior en el interior: la implantación en el terreno, su volumetría y materialidad expresan la vocación del lugar en la materia. Una obra de Maria Milans Studio.
También podés leer esta nota en ARQA.+