Los sombreros de Eugene

María Eugenia Citara hace sombreros urbanos de verano, de invierno y para la lluvia. También crea fascinators, esos tocados livianos que pueden completar un outfit de fiesta. Cómo trabaja Sombreros Eugene.

“Las sombrereras no somos muchas. Hay gente que compra sombreros y los decora, pero yo los hago desde cero”, aclara María Eugenia Citara apenas comienza la charla en su showroom de Palermo repleto de sombreros de todos los estilos, materialidades y colores.

“Apenas terminé el colegio, estudié producción de moda con Ticky García Estévez, y luego en 2002 me fui a Madrid a hacer un máster en estilismo. Aunque siempre me gustaron los sombreros, hasta ese momento sólo los había considerado un lindo accesorio. Empecé con un curso y después otro, y así aprendí el oficio, a mucha prueba y error”.

Una técnica para hacer sombreros es utilizar hormas de madera y vapor. Otra es hacerlo con moldería, que es similar a armar una prenda de vestir. Ésta es la técnica en la que se especializó Eugenia. Aprendió a hacer una boina, un sombrero, una capota, y a partir de estas tipologías, armó sus propios modelos. En el 2005 decidió volver a Buenos Aires con sus primeras piezas y creó su marca, Sombreros Eugene.

SOMBREROS TODO EL AÑO

En el showroom de Eugene, los sombreros están en estantes, colgados en percheros en la pared, y en otros que surgen desde el piso. Hay de lana, de paño, de cuero, de rafia, de algodón… También hay vinchas, que fueron el primer producto que Eugenia ofreció junto con los sombreros, y que todavía hace a mano, una a una, y pueden venir con mariposas, flores, pajaritos. La producción, aunque pequeña, se maneja por temporadas: invierno y verano, que es la estación más fuerte en ventas.

+¿Qué tipo de sombreros ofrecés?
Los modelos son siempre los mismos, pero para el verano, el objetivo es protegerse del sol, entonces el ala es más ancha. Uso mucho la rafia natural y el algodón, yute, lino. En invierno uso paño, fieltro, gamuza, cuero. En realidad, puede usarse cualquier tela que sea plana, que no estire, y todo lleva entretela. Para el verano, siempre trato de agregar algún modelo nuevo, pero más por una inquietud personal; la mayoría de la gente no ve gran diferencia entre las copas o las alas. Hay modelos que para mí están buenísimos, pero que no se venden tanto, así que no los hago más. Hay otros que vuelvo a traer; y están los que hago siempre. Después tengo los de lluvia que son impermeables y los hago desde hace mil años.

+¿Qué es lo que más te piden cuando llega el calor?
En verano gusta mucho la rafia. Cuando empecé, no la conocía. Hacía muchos sombreros de tela, con mucho color y estampado. Y me pedían liso, blanquito… (risas). Lo mismo los tamaños, yo hacía todo chiquito porque tengo cabeza chica, y no le entraban a nadie… Con el tiempo te vas perfeccionando, vas entendiendo a tu cliente, descubriendo otras maneras de hacer. La rafia es difícil de trabajar y encontré un taller que lo hace bien, porque a los sombreros hay que ponerlos en vapor, en la horma, plancharlos. Ahora que subieron tanto los costos de los materiales, encontré otros como el yute, que me permite tener opciones para todos los públicos.

+¿Se pueden personalizar los distintos modelos?
Los sombreros de rafia me gustan con cinta negra porque me interesa el contraste. Pero si me lo piden, le cambio el color. Y se le pueden agregar plumas (a los de invierno, en general). Pero a todos les pongo cinta gross y moñito para darles una terminación. A los de verano tal vez les pongo cuero, tachitas o cintas de yute para que tengan algo más.

+¿Tenés modelos clásicos y otros diseñados íntegramente por vos?
Hay un modelo que hago hace muchos años, que es súper romántico, como un casquito que cruza por detrás. Lo hice de cero: la copa es la misma de muchos otros, pero tiene detalles que son míos. Y tengo una opción más de verano, de ala más ancha. Después está el estilo Panamá, copas más clásicas, unisex, aunque siempre me tiro más hacia la mujer y le agrego las plumitas, las cintitas. Y sólo tengo dos medidas. Hay modelos que van para hombre, mientras no les molesten ni el forro de colores ni los moñitos…

+¿Cómo manejás las cantidades?
Cuando empecé, hacía todos los sombreros distintos. Pero al ir aumentando la producción ya no fue tan fácil, aunque siempre trato de mantener esa esencia. De un mismo sombrero, por ejemplo, trato de usar una misma tela, pero que las cintas sean diferentes. Y para los modelos más románticos, compro distintos tipos de tela. Lo que es boucle, lana y tweed, trato de hacer pocas cantidades como para que haya cosas distintas todo el tiempo. A todos los sombreros los termino yo, los plancho y les pongo la cintinta.

DEL PROCESO DE CREACIÓN Y PRODUCCIÓN

+¿Tenés un método para crear un nuevo modelo?
Todos los sombreros tienen una copa (la parte de la cabeza) y un ala, que puede ser más ancha, más corta, más cerrada, para arriba. Hay más alas que copas, porque con las aberturas podés jugar mucho más. Cuando tengo las telas, si quiero algo nuevo, primero me dedico a pensar cómo debería hacer. En base a la abertura que quiero del ala, agarro una cartulina o cartón, y empiezo a dibujar. Tengo un montón de moldes, y soy mucho de mezclar esa moldería que ya tengo: una copa con cierta ala. Elegís un tamaño, y cada parte tiene que estar acorde a esa medida, para que todo encaje perfecto. El que lo cosa, tiene que agarrar su centímetro de costura, porque todo tiene que medir lo mismo.

+¿Qué información le das al taller para que te produzcan los sombreros?
Trabajo con dos talleres. Con uno hago determinados modelos, los más genéricos. Les doy las indicaciones, y ellos arman. Después tengo otro taller que trabaja en base a mi moldería, les doy las piezas cortadas para que las unan. Para los modelos más románticos, con telas específicas, me armo mi propio rompecabezas, corto la entretela, la pego con la plancha; es todo un trabajo. Siempre ando con una bolsita de acá para allá, para ver si en un ratito que tenga libre hago algo… Me sería más cómodo darle todo al taller, pero quiero mantener cierta esencia.

+Vayamos a las cuestiones técnicas, ¿cómo se guardan los sombreros?
Deberían guardarse en cajas, pero… De hecho, yo no tengo cajas. Hay lugares que hacen cajas redondas; no son económicas, pero te pueden servir para guardar algún sombrero que haya que cuidar mucho. En general, los sombreros se pueden colgar, no hay que apoyarles cosas encima, y siempre se pueden planchar con vapor para sacarles las arrugas. El vapor hace que todo reviva: le tirás un poco, lo planchás, le das la forma con la mano, lo acomodás. Yo tengo un centro de planchado que tiene un montón de años y es bien pesada, pero las planchas hogareñas a vapor, o hasta el vapor de la pava eléctrica sirven.

+¿Y si se mojan?
Los materiales que uso no se pueden mojar demasiado, porque no tienen ningún proceso impermeabilizante, salvo los específicos para lluvia. A los sombreros hay que cuidarlos y no se lavan: cepillito, un poquito de vapor para devolverle la forma y listo.

DEL USO DEL SOMBRERO

¿Cuándo se usa el sombrero? ¿Sólo cuando estás en la calle? ¿Te lo sacás cuando entrás a un lugar, te lo dejás puesto todo el tiempo? “Hay una movida que si salís a la noche con sombrero, no te lo sacás más. Aunque si vas a un lugar a comer, deberías sacártelo… Subís al auto, y te lo sacás. Según el protocolo, los fascinators por ejemplo, van del lado derecho. Pero en realidad, van del lado que te queden mejor. Si salgo con sombrero no me lo saco, porque quedo despeinada y no sé dónde ponerlo… (risas)”.

+Hay toda una cultura del uso del sombrero que se debería volver a incorporar…
Sí, pero de todos modos, ahora es todo más relajado. Hasta los chicos se animan más: el Piluso en los chicos es parte del outfit; no deja de ser un accesorio igual que cualquier otro. Hay gente que usa sombrero sólo cuando viaja, y no se anima a usarlo acá. Tiene que ver con que los argentinos somos muy mirones. Hay gente no se anima a usar sombrero por la mirada de otro; pero siempre digo que es un poco de actitud, de personalidad. Para mí, no deja de ser un accesorios que te viste, te da onda, y te protege del sol o del frío.

+¿Tenés clientas de muchos años?
¡Sí! Al showroom viene gente, pero donde más vendo es en las Ferias de Navidad, que se hacen hace muchísimos años en San Isidro, en la Embajada Británica, en el Club de Polo de Hurlingham; son todas a beneficio de fundaciones o barrios carenciados. También vendo en tiendas como Casa Alcorta y Anis en Buenos Aires, en el interior, y en verano en Pinamar y Cariló.

+¿Qué te gustaría hacer en el mundo de los sombreros que hasta ahora no hayas hecho?
Estoy muy copada con los tocados de metal; tal vez fusionarlos con los sombreros y alguna decoración con metales. Los sombreros me encantan, amo tomar clases; me abre mucho la cabeza. Desde hace un año hago un taller con Laura Noetinger, que es lo máximo en fascinators (los tocados de fiesta, con plumas, y para un target que se lo pone). Con ella estoy aprendiendo técnicas y perfeccionándome. Si bien lo mío es más urbano, lo que la gente se anima a usar más a diario, con Laura uso materiales que acá no hay, pero que me he traído de afuera. Tengo un montón de sombreros antiguos que una vez compré, y que desarmo para reutilizar sus materiales. Obviamente, ¡me gustaría que toda la gente usara sombreros! Disfruto mucho de lo que hago y quiero seguir con ésto: siempre aprendiendo técnicas nuevas, y viendo cómo aplicarlas.

+¿Y tu hijita cómo vive todo este universo?
¡Le encanta! Cada vez que viene al showroom se prueba todo, me quiere ayudar… Me pide que le haga sombreros para ella. Y dice que cuando sea grande, va a hacer sombreros. Pero recién tiene tres años…+