Una visita al taller de Lämmin en Coghlan, donde las lámparas diseñadas por Lucía Torres se elevan desde el plano para aportar movimiento y calidez a los espacios.
Prendidas o apagadas, aunque estén quietas, parecen girar. Y si se cuela una brisa suave en el ambiente, las líneas curvas toman movimiento, y se suceden luces y sombras adicionales que hipnotizan a todo el que las mira. Se destacan, sin robarse el protagonismo del espacio.
Desde 2016, las lámparas de Lämmin (cálido en finés) pretenden llevar calidez al hogar. “Es el máximo concepto con el que queremos trabajar: la calidez que una lámpara de Lämmin le puede aportar a tu hogar para armar tu propio espacio; con tus cosas, con tus gustos. El diseño del espacio es integral”, explica Lucía Torres, creadora y alma máter del proyecto.
Para lograr esa integración orgánica con el espacio, Lämmin ofrece luminarias colgantes o de apoyo realizadas en fibroplus -un MDF de primera prensa, en general, a partir de madera de eucaliptus o de cedro-, que en uno de los lados lleva un foil de papel blanco, gris o negro. A partir del plano, y mediante convenientes cortes láser, se obtienen piezas de aparente simpleza y cargadas de dinamismo.
La idea de las lámparas surgió de un trabajo práctico de la materia Morfología 2 de la cátedra Muñoz de Diseño Industrial en la FADU/UBA: partiendo de un material plano, distintos tipos de cortes permitían transformar el material y generar movimiento mediante flexión, torsión, expansión.
“Entonces, pensé en cómo aplicar esto a un producto. Una lámpara era algo chiquito que podía hacer desde casa, y así empezó todo. No había nada parecido en ese momento. Sí había luminarias en madera, pero que se armaban por encastre. De repente, se empezaron a generar formas muy interesantes que gustaban y eran diferentes”, recuerda Lucía.
ANIMARSE A EMPRENDER
Lucía trabajaba como vendedora de zapatos en Mishka por la mañana y estudiaba en la FADU por la tarde. Después tuvo un paso por el taller de experimentación de la firma Eugenio Aguirre, en donde se desarrollaba iluminación. “Fue muy bueno trabajar en una fábrica donde se hacía herrería, tapicería, carpintería, todo lo que es textiles. Me gustó la experiencia de ver algo tan grande en funcionamiento. Luego de un año, decidí trabajar por su cuenta”.
+¿Cuál fue la primera lámpara?
Fue Maga, que se llama así por mi mamá (es su apellido). Cuando supo que estaba por arrancar con Lämmin, me pidió que le diseñara una lámpara para su casa, y ése fue el primer diseño. Es el único modelo que no tiene nombre ni de ciudad ni de país, pero fue por ella, que me dio el primer empujón. Fue la primera lámpara que salió a la venta, y se vendió muy bien.
+¿Siempre tuviste taller?
Cuando empecé con el proyecto tenía un bebé chiquito y trabajaba en casa. Luego me fui a ocupar un lugar mínimo en una casa grande que compartía con Lucas y Ezequiel, los chicos de Quemando Láser (que hacen el corte láser), y con los que trabajo desde la facultad. Después me mudé a una casa más grande, y volví a llevar el taller al hogar, que otra vez me quedó chico: tenía necesidad de ordenarme y no tener que correr cajas, maderas y cutters todo el tiempo. Regresé entonces al taller donde estaba antes, pero me dieron toda la parte de abajo de la casa. Al año siguiente salimos a buscar un lugar nuevo, y encontramos éste donde estamos ahora, en Coghlan. Estuvimos tres meses en obra, y nos mudamos recién hace unos días. No requiero de mucho espacio: las lámparas están sin armar, todas chatitas, y a medida que se venden se van armando. En general tengo poco stock; una vez que están cortadas y limpias, en 15/20 minutos armo el pedido.
+Cómo está compuesto el equipo de trabajo?
Cuando empecé, los primeros dos años hacía todo sola: tomaba los pedidos, los armaba, hacía las entregas con mi auto. Pero hace un tiempo me empezó a ayudar Mariana en la producción, lo que permite adelantar los pedidos y tener algo de stock disponible. La parte de redes la hace Lucas Micillo, que es diseñador industrial, y se sumó hace dos años. Y sigo compartiendo espacio con los chicos del corte láser, lo que me sirve un montón porque aunque yo no esté en el taller, la producción continúa. Pero aún sigo haciendo un poco de todo: el control de calidad, la compra de materiales…
LA FAMILIA SE AMPLÍA
Después de la lámpara Maga salió el modelo Bombay, que es el único que viene en dos tamaños: chico (de 33 cm de diámetro) y XL (de 53 cm). Siempre colgantes, también están la Barcelona, la Tokio, la California y la Marruecos, quizás, “la más neutra de todas, la más limpia”. De apoyo hay dos opciones: Lisboa y Salamanca, que para Lucía fueron un gran desafío de diseño porque “yo siempre pensaba de abajo para arriba, y de repente tuve que hacerlo al revés. Y bueno, se hizo”. Todos estos modelos obtuvieron el Sello de Buen Diseño argentino que entrega el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación.
+¿Cómo se arma una Lämmin?
De un plano rígido se cortan el aro, la tapa de arriba (que tiene grabado la marca) y la pantalla que a partir de los cortes, se vuelve tan maleable que parece cuero. Y se arma. ¡El sonido del click del armado es divino! Todos los diseños son así; los más grandes tienen dos pantallas para dar la vuelta entera y aumentar la resistencia del material. Una parte del proceso es industrial por el corte láser, y otra es artesanal, y tiene que ver con el armado manual de cada lámpara: una por una se limpia, se lija, se arma, se cablea y se embala. Cada pedido es único.
+¿Qué colores y materiales trabajan?
Tenemos blanco, gris y negro para mantener una paleta de colores bien neutra que se pueda adaptar a cualquier espacio. Además, tiene que ver con la estética y con el diseño en el que se inspira Lämmin: un diseño escandinavo, de líneas simples, orgánicas. En cuanto a los materiales, estamos desarrollando uno nuevo, que es un enchapado de madera natural.
+¿Cómo aprendiste la parte eléctrica?
Le tenía miedo al principio, pero la aprendí y es bastante fácil. Tenemos cable negro y blanco; el portalámparas es cerámico esmaltado. Y como en estos diseños se ven mucho, me interesa que sean de calidad y estéticamente lindos. El cable es textil, como para brindar la textura y calidez que quiere transmitir la marca.
¿QUÉ LÄMMIN TE VA MEJOR?
Desde sus inicios, Lämmin apuntó a la venta mayorista, hasta que llegó la tienda online y empezaron a vender en forma particular, y a asesorar en proyectos. “Me gusta mucho la parte en que me mandás una foto de tu comedor, y te digo me copa esto o aquello. O cuando vienen clientes acá y ven los productos en persona, la dimensión real, los detalles, los distintos colores”.
Para que el cliente pueda evaluar qué Lämmin le va mejor a su espacio, se ofrece el servicio de montaje digital sobre una foto, del que se encarga Lucas. “A veces es difícil darse cuenta de cómo van a quedar instaladas las lámparas; sobre todo si no tenés mucha idea de medidas. Para dar una herramienta más al cliente, le ofrecemos el montaje digital, le armamos el sistema, y lo vamos moviendo para que tenga distintos puntos de vista como si lo fuera recorriendo (todo esto en Rhino, en 3D).
Generamos un videito, que es un recorrido visual de cómo quedaría el espacio, y todo eso ayuda un montón, tanto para un cliente en su casa como para un proyecto grande”, explica este diseñador industrial que se acercó a Lämmin para comprar una lámpara para su living y convencerse de que quería ser parte del proyecto.
+Lucía, ¿qué te imaginás para adelante?
¿Seguiré en la iluminación o quiero incorporar otros productos? Sin dudas, seguiré haciendo cosas relacionadas con el diseño, pero no pienso tanto en el futuro: un día a la vez, día a día creo que funciona; como filosofía de vida, ser más flexible. Sí proyectar y querer, pero no perderse y estar preparado para lo que venga. Lucas me contactó porque me compró una lámpara, e hizo el primer montaje para su casa porque no se decidía por el color, y ahí empezamos a trabajar juntos… ¡Hasta llegar a Ikea no vamos a parar! Lämmin es un proyecto con muchas aristas y tiene mucho para crecer. Tiene una base sólida y el horizonte es bastante amplio.+