El proyecto de Tiny House (2022) surge por el encargo de proponer un pequeño barrio en la comuna de Lo Barnechea (Santiago), que llevaría el nombre de Pueblo la Dehesa.
Bajo un alero contemporáneo y sustentable, se pidió diseñar un pueblito compuesto por tres tipologías de viviendas prefabricadas y de pequeña a media escala. La vivienda Tipo A, de 24,5 m², considera un dormitorio y un baño, la segunda vivienda Tipo B, de 49 m², incluye dos habitaciones y un solo baño. Por último, la vivienda Tipo C, de 63 m², consistía en incluir dos dormitorios y dos baños. Las tres tipologías incluían una cocina, un comedor y cuarto de estar (living).
El proyecto consideraba un ensamblaje orgánico para conformar conjuntos de 12 unidades, para finalmente, lograr 600 módulos. Esta totalidad se diseñó para conseguir la inclusión de pequeños servicios dentro del barrio, tales como cafés, panaderías, almacén gourmet, entre otros. Su fin fue conformar un sistema de clúster a la manera de un pueblo densificado peatonal que esté inmerso en un parque abierto a las montañas y el contrafuerte cordillerano.
Por lo mismo, vimos fundamental entender estas unidades como un píxel dentro de un sistema más grande (considerando la meta final de 600 piezas). Para responder a este requerimiento, se hizo necesario comprender el conjunto como una totalidad, dando pie a generar una urbanización orgánica.
En primer lugar, se buscó alejarse de diseños de urbanizaciones regulares que no permiten el despliegue de la vida y los lugares de encuentro. Es aquí donde aparece la intención de Cazú Zegers y su estudio por generar una urbanización orgánica, donde el concepto de diseño se caracterizó por observar el comportamiento de un bosque denso. Esto finalmente llevó a experimentar el concepto de la timidez botánica, la cual se refiere a la capacidad de los árboles de detectar el árbol adyacente, por lo que evitan toparse, generando pequeñas callejuelas entre ellas.
Esto, a su vez, permitió diseñar y planificar cómo se emplaza cada pieza en el lugar, generando agrupaciones con sus pequeñas vías de paso peatonal. Citando la timidez botánica se agruparon estas unidades en el territorio, armando el pequeño pueblo a través de este sistema de follaje.
El principal material trabajado fue la madera de pino clear en el exterior y el fierro en el caso de algunos elementos. Uno de los inventos arquitectónicos que destaca de este proyecto es el trabajo estratégico de prefabricación para solucionar las tres tipologías modulares. A su vez, otro de estos inventos fue la escalera de acero, trabajada e inspirada por el origami japonés.
Esto definió que una pieza de acero fuera manipulada como una hoja de papel, lo que le entrega al proyecto un elemento escultórico. Por otro lado, las puertas se trabajaron de manera invisible, evitando incorporar un marco para entregarle al habitante una sensación de espacio amplio dentro del módulo.
Esta misma estrategia, además, permitió un resultado limpio y modular de las viviendas al mirarse por fuera, lo que también se visualiza en sus terrazas que proyectan el espacio interno. La propuesta de interiorismo apuntó a resaltar espacios para el despliegue de la vida, incorporando elementos que apoyaron una mayor sensación de luminosidad y amplitud.
El trabajo de interiorismo de la casa estuvo a cargo de Zegers y Figueroa, y la materialización de Muebles fue realizada por Bontempo. Los artefactos de baño y cocina son de MK, mientras que la construcción de la vivienda modular fue realizada por RCM Modular. Una obra de Cazú Zegers.
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