El arte para usar de Bárbara D’Ambra

Un trabajo de facultad que se transforma en proyecto de vida. Con diseño de Bárbara D’Ambra, la línea Insinuaciones propone joyas sensuales y sensoriales que son arte para usar.

Abro una pequeña caja cuadrada de 10,5 cm de lado, y me encuentro con una tarjeta también cuadrada, donde leo dos acepciones de la palabra “insinuar”, según el diccionario:

1 hacer nacer en alguien, de modo sutil y alusivo, una duda, una sospecha, una inquietud.
2 penetrar gradualmente en un espacio estrecho.

Debajo, papel de seda que despliego hacia arriba, hacia abajo; a la izquierda, a la derecha. Una funda de felpa y dentro de ésta, más papel de seda para envolver mi nuevo anillo Gota Doble. Desde ese día, lo llevo en el dedo anular derecho, aunque al ser de plata 925 y de forma abierta, la medida es universal. “El momento en que entrego una pieza tiene que ser sublime”, me dice la diseñadora industrial Bárbara D’Ambra, egresada de la UBA, que trabaja para una empresa metalúrgica, y que “por azar” (como ella dice), terminó creando una marca de arte para usar que lleva su nombre. Varias de sus piezas ya recibieron el Sello de Buen Diseño argentino.

Con sus delicados anillos, aros, pulseras, collares y broches de formas sugerentes en plata o en Corian (sólo blanco o negro), le interesa “generar reflexión y cuestionamiento sobre el empleo y la percepción que el ser humano hace de su espacio físico, su intimidad personal, cómo y con quién lo utiliza. La necesidad de intimidad, entendida no sólo como intimidad sexual, sino como cercanía. La sensibilidad que aparece en temas como la sensualidad, el erotismo, la curiosidad, el deseo, la libertad, el empoderamiento”. Imposible resistirse a acariciar los aros Rosario, el anillo Oxitocina o la obra Vulva

UNA CADENA DE ¿CASUALIDADES?

“Mi vida es un show de stand up. Tenía que elegir entre cursar Gráfica para Productos o Diseño de Accesorios. Era obvio que debía ir a Gráfica, pero quise probar otra cosa, y me anoté en la cátedra Kweitel, que difiere mucho de otras de diseño de accesorios que hacen avíos, carteras, etc. Esto es joyería artística. En la primera clase nos pidieron que llevemos materiales, y yo que vengo de industrial llegué con chapa, madera… ¡Las chicas que tenía al lado mío habían llevado tampones y algodón! Terminé con un 10, pero la padecí”, recuerda Bárbara.

La cátedra de diseño de accesorios de Francisca Kweitel en FADU ofrece una aproximación al diseño mucho más artística, más sensorial y emocional de lo que están acostumbrados los diseñadores industriales. El trabajo final se llama “Autorretrato”, y consiste en generar 9 piezas de joyería artística que hablen del propio proceso creativo a nivel emocional y potencien al menos uno de los sentidos. “Y yo hacía propuestas, y nada. Estaba queriendo hacer algo que no era yo. Hasta que en un momento, me dijeron que hiciera las piezas de una diseñadora industrial. Ahí relajé, y terminé presentando 53”.

Del encuentro con la profundidad de lo íntimo nacía la línea Insinuaciones. “La sensualidad de las formas despierta curiosidad, nos provoca e invita a percibirlas. ¿Hasta dónde somos capaces de explorar nuestra propia sensibilidad?”, nos pregunta el manifiesto de la marca Bárbara D’Ambra.

¿CASI SIN QUERER?

Al año siguiente, le hablan de la Munich Jewellery Week, y la incentivan a presentarse en Talente, una exposición de alumnos y talentos emergentes. En ese momento, Bárbara ya estaba definiendo su tesis de graduación: una mesa de recepción neonatal para corte tardío de cordón umbilical en bebés prematuros. En esa época de investigación, visitas a la maternidad Sardá y sentimientos encontrados por estar terminando la carrera, había sólo completado a medias la inscripción a Talente, y llegó el último día. Corriendo contra reloj entró a la Web, equivocó el hipervínculo, y terminó postulándose a Schmuck, ya no la expo de talento emergente, sino la de joyeros consagrados. Y quedó seleccionada, ese año y el siguiente.

“Y viajé a Alemania, ¡una locura! Exponen tu pieza en una vitrina de dos metros, al lado de la de un joyero japonés que vale 4 mil dólares. Me sentía el personaje de Anne Hathaway en ‘El diablo se viste a la moda’ cuando viaja a París: no conocía a nadie, y de repente estaba hablando con gente grosísima, sin saber quiénes eran. Si hubiese sabido, capaz que ni me acercaba”. La ignorancia le jugó a favor.

Bárbara ya había expuesto sus piezas en la feria PuroDiseño, en el stand de la cátedra Kweitel. En ese momento, eran de madera, enduidas, lijadas y laqueadas una a una. Prendedores y broches que luego comenzó a hacer en resina, pero esta materialidad no le convencía totalmente. Un día, estando en las oficinas de unos odontólogos para los que trabajaba, se apoya en una mesada de Corian, la toca, y tiene su momento Eureka: a partir de ahora, sus piezas las realizaría con el scrap del fabricante de esos muebles. Usaría su basura para hacer joyería.

+Luego del Corian empezaste a usar plata para tus joyas…
Sí, y están buenas porque no sólo es la forma, sino también el reflejo. En general, el público argentino no consume mucha joyería artística, y menos con estas formas sugerentes. Entonces, como buena diseñadora industrial egresada de la Universidad Pública, pienso también en educar al consumidor, y por eso me propuse generar una línea en plata, que es un material confiable, que tiene un valor, y brilla.

+¿Cómo es la producción de estas piezas en plata?
Primero las dibujo, las modelo y las imprimo en 3D. Luego se puede mandar a fundir o imprimir en resina; incluso para ver detalles. Se arma un molde y se saca la cera, se le hace un baño cerámico, se derrite la cera (el proceso se llama “a la cera perdida”), y después se inyecta el metal (bronce, alpaca, plata, etc.). Te queda una pieza en bruto a la que hay que darle terminación: se corta la colada, se lija, se pule, etc. No hago nada del proceso tradicional de joyería. Lo mando a hacer a un taller porque lo mío es diseñar; todo el tiempo estoy pensando en optimizar, mejorar, lograr que todo el proceso sea más eficiente.

+¿Hacia dónde va evolucionando la línea Insinuaciones?
Ahora estoy jugando un poco con formas que son muy rígidas, pero se chorrean. Imaginate que las primeras piezas que hice son círculos, cuadrados. Nada se sale del borde, todo es muy rígido… Y ahora estoy con estas piezas que se empiezan a derramar y se llaman Oxitocina. Hace rato que quiero jugar con los nombres de las hormonas.

+Tus piezas de joyería se venden online, en tienda Malba y en Erotique Pink. Y tus obras Vulva en galerías y ferias de arte como MAPA. ¿Te definís como diseñadora o artista?
El otro día le pregunté a Eduardo Naso, que es como mi padrino, si yo podría ser una art designer. “Me encanta”, me respondió. Siempre digo de mis joyas que es arte para usar. Lo que encontré en la joyería es un lugar para jugar a ser artista, pero con las herramientas del diseño industrial. Así me puedo adentrar en un terreno que es mucho más expresivo, y jugar con lo sensual, con lo erótico, con la sexualidad, y llevarme a caminar procesos personales. No por nada mi marca se llama Barbara D’Ambra: cada pieza es un poco de mí, de lo que estoy contando, de lo que me está pasando, de lo que estoy sintiendo. Soy claramente diseñadora industrial, tengo tatuada la profesión, pero está bueno coquetear con el arte. Al final, son todos procesos personales…+