En una época dominada por el ver y comprar, Chaco Estudio propone otra forma de elegir un mueble: una que se piensa, se discute, se ensaya, se define y se realiza en los tiempos que sean necesarios para tener en casa una pieza que durará, al menos, 70 años.
En un taller enorme en Parque Patricios, muy ordenado y con riquísimo olor a madera, trabajan a diario sólo dos personas: Federico Gabriel Camps y Fernando Zerbetto. Ambos forman Chaco Estudio, y se dedican al diseño y fabricación de muebles de estilo contemporáneo con maderas de Argentina y del resto del mundo, empleando técnicas de la ebanistería clásica.
Si bien tienen una línea de productos propios -entre mesas, bancos, banquitos y banquetas-, también diseñan y producen piezas por encargo. Por eso, para hacerse de un mueble de Chaco Estudio hay que ser paciente, y saber esperar entre cuatro y diez semanas, entendiendo que esa pieza te va acompañar un tiempo largo. “Lo nuestro va un poco a contramano de la época. Cuando la pauta es consumir todo lo que se pueda para ser feliz, nosotros proponemos otra cosa: pensar junto con el cliente un diseño, invitarlo al taller, mirar, tocar, elegir la madera”.
Federico estudió algunos años de arquitectura en la UBA, pero le faltaba hacer algo con las manos. Un amigo le contó sobre un curso de carpintería, y se anotó sin demasiadas expectativas. Pero nomás entrar en el taller, descubrió que ése era su camino. Luego empezó un curso de ebanistería donde conoció a Fernando, otro apasionado del trabajo en taller. Aunque él venía de trabajar en uno mecánico, donde aplicaba sus conocimientos de ingeniería y programación, se decidió por la ebanistería, y pasó a estudiar y luego dar clases en el taller donde conoció a Fede (que para ese entonces, ya había fundado Chaco Estudio), y se sumó al proyecto.
Por qué Estudio y por qué Chaco es la primera pregunta que se me ocurre, al ver semejante taller y la forma artesanal en la que trabajan ellos mismos cada mueble. “El nombre Chaco viene de un disco de Illya Kuryaki and the Valderramas. Más allá de que me gusta la banda y ese disco en particular, algo de la fonética me llamó la atención. Y Estudio… Creo que somos más taller que estudio, pero como también tenemos diseños propios, e intentamos ser algo más que una carpintería tradicional, queríamos marcar esa diferencia con el nombre”, explica Federico.
SEDUCIR CON EL TALLER
Aunque no poseen formación en diseño, Chaco Estudio diseña. Lo que más les interesa es trabajar con la madera y poseen una colección de productos, cada mueble se hace a pedido: a partir del diálogo con el cliente se arman propuestas, se boceta, se maquetan esas ideas en 3D y se hacen prototipos, intentando mantener un equilibrio entre las técnicas de la ebanistería y los herramientas contemporáneas. Su principal vidriera es el taller, que es donde todo comienza.
+¿Cómo es el proceso de realización de un mueble?
Fede: Si un cliente nos encarga un mueble, lo invitamos al taller para que vea cómo trabajamos. Definimos con él el diseño, hacemos el despiece. Si es una mesa, tendremos que definir si queremos que la tapa sea rayada, floreada; si va a salir de un mismo tablón o varios. En base a eso, compramos la madera en bruto, calculando la cantidad que vamos a necesitar. Se trae la madera al taller, se la deja descansar un tiempo dependiendo de los espesores y dimensiones de la pieza y del tablón, y ahí se hace un primer cepillado: el primer aplanado y dimensionado, y se deja descansar una semana. Se repite ese proceso, se la deja descansar de nuevo, y ya para la tercera vez generalmente, en ese último dimensionado, se le da la medida final. Y depende la pieza que sea, se harán encastres, tapas, etc.
Fer: Un mismo mueble se puede resolver de mil maneras, y se elige lo mejor entre las técnicas, el diseño, los gustos del cliente y los nuestros. En algún punto, tratamos de educar al cliente, y de mostrarle algo distinto. No usamos madera de petiribí ni de paraíso por ejemplo, y por una decisión filosófica más que estética, porque si todos usamos la misma madera, la extinguimos. Tampoco teñimos la madera. Si te gusta un determinado color, hay especies que tienen esa tonalidad. Usamos varios tipos de terminaciones, como goma laca o aceites, que es lo que más realza la madera, y la deja lo más natural posible.
+¿Cómo eligen qué encastres usar?
Fede: Los encastres de ebanistería (ya sea en la europea o japonesa) ya están todos inventados, porque más allá de lo estético, su función es mecánica, y debe cumplir con determinados requisitos. Después, hay encastres que son más vistosos y aportan un valor agregado a la cuestión visual. Un mismo mueble puede tener una cola de Milano, una horquilla, una caja con espiga pasante, puede tener cuña o no. Y acá entra en juego más lo estético, porque desde lo estructural, cualquiera de esas opciones funcionaría. Ahí es donde nosotros proponemos lo que nos parece mejor. Y dentro de un mismo encastre, son infinitas las opciones de formas, maderas, etc. Es lo más interesante (e interminable) en nuestro oficio.
+Y está el tema de los herrajes, también…
Fer: Sí, ese mundo es bastante complejo, porque no se produce más acá. Hay un tipo de herraje en bronce que usamos y se fue perdiendo porque simplemente se dejó de usar, entonces empezamos a resolverlo con gente que se dedica a trabajar en metal, mandando a hacer piezas que antes se fabricaban industrialmente, o haciéndolas nosotros mismos en el taller. Cuando no nos convence lo que conseguimos, lo fabricamos directamente, con madera o bronce. Si le ponés un herraje de aluminio con rulemanes, hay algo de la esencia que se pierde.
LO IMPORTANTE ES LA MADERA
En el proceso de fabricación de un mueble, hay muchos factores que influyen, pero la materia prima es básica, y la gran responsable de que al producto final sea de calidad. La falta de madera es algo con lo que Chaco Estudio tiene que lidiar a diario.
“Empleamos mucho tiempo buscando maderas: desde recorrer las madereras, a hablar con la gente que va directo al monte (en Salta, en Misiones o en Chaco), para ver de qué manera garantizar una línea de calidad. Es buscar y ver en el día a día. Lo que conseguís hoy, nadie te asegura que vuelva a estar. Por eso lo que intentamos, dentro de nuestra capacidad financiera, es que cuando encontramos alguna joyita, acopiar lo máximo posible. La madera es muy cara, y no compramos por paquete”, explican.
+¿Cómo manejan el hecho de trabajar con una materia prima escasa?
Fer: Nuestra visión de lo ambiental es que si un árbol tarda 100 años en crecer y tu mueble dura 70, tiene sentido. Si tu mueble va a durar 6 meses, ahí hay algo que está fallando… No podés controlar toda la cadena de producción. Por la agricultura, se desmontan árboles centenarios que no se usan y se queman. Nosotros sufrimos esta deforestación porque no hay madera. Desde que nos dedicamos a este oficio hace 4 años, hay madera que ya no se consigue, sobre todo nacional.
+¿Qué maderas suelen usar?
Fer: Trabajamos muchas de las maderas nacionales, sobre todo incienso, guatambú; a veces lenga. En algún momento usamos algarrobo, y fue una especie de reivindicación de esa madera porque como muchos, teníamos el prejuicio del mueble de campo viejo y pesado, con un color rojizo. Fue buenísimo encontrarnos trabajando algarrobo, descubrir que es hermoso y no tiene nada que ver con la imagen que tenemos todos del algarrobo, y darle una vuelta con la ebanistería fina. También usamos haya europea, nogal, cedro peruano, lapacho brasilero, cedro paraguayo, y conseguimos tal vez algunas joyitas de hace 30 años que quedaron en stock.
+Que la madera esté seca es importante…
Fede: Si no compramos la madera seca es porque lo sabemos, y la dejamos secar acá. Hay madera que está cuatro años aclimatándose en el taller: funciona como una esponja, va cambiando con la humedad ambiente. Más allá de que la madera esté verde o seca, antes de empezar a trabajarla, el primer proceso es dejarla aclimatar, porque la humedad de la maderera no es la misma que del taller, y la madera libera tensiones internas. Es parte del proceso para obtener el resultado que queremos.
ANSIOSOS, ABSTENERSE
O no, tal vez sirve como ejercicio… Explicarle al cliente el porqué de los tiempos, hace que valoren más los resultados y entiendan que tener una mesa en dos meses no es un capricho. Es parte del disfrute el saber esperar y darle su tiempo a un mueble.
“Yo soy bastante ansioso”, admite Fede, “pero esto me hizo bajar; te obliga a pisar un poco el freno, porque la madera es un material que no se puede apurar. Si lo apurás, las cosas salen mal. Hacer un cajón te puede llevar cuatro días. Pero desde que llegó la madera al taller y podemos usarla para hacer el cajón, capaz que pasó un mes, porque la vas cepillando en etapas, la dejás descansar. Un cajón es muy delicado, porque si no está bien construido, no va a cerrar, o no va a abrir”.
“Una tapa de mesa es lo mismo. Si no hacés todo ese proceso previo, la entregás al cliente hermosa y al mes te llama, y te dice que tiene una loma. Eso es lo que intentamos transmitir como parte de nuestro proceso; los tiempos son inevitables”, agrega Fer.
+¿Les da lástima entregar las piezas en las que estuvieron trabajando tanto tiempo?
Fede: Al principio sí me costaba mucho desprenderme. Para hacer esto estuve 100 horas y se va… Pero ahora no, me gusta cuando el cliente se sorprende con el producto terminado, y arrancar con otro mueble. Estás tantas horas con una pieza, que pasás por todos los estadíos: la querés, la odias. Te salen las cosas mal, te equivocaste en algo y tenés que volver a empezar. Y también hay algo liberador.
Fer: Es tan largo el proceso, que le decís al mueble “andá, seguí tu camino” (risas). A veces, estás esperando una reacción que tal vez no llega. Todo lo que le pusiste a esta pieza, y el cliente sólo te dice: “¿cuánto te debía?” Y uno espera que toque la pieza, sienta la suavidad, vea el detalle… Pero está bueno cuando el otro aprecia el resultado, y te dice «qué lindo lo que hicieron». Esa parte ayuda a cerrar el proceso. Pero para mí, lo principal es terminar algo, soltarlo, y seguir con otra cosa.
+¿Quiénes son sus clientes?
Fer: Es gente que tiene un interés real por los oficios, por el mueble más fino, por tener algo que otro hizo con las manos, y que le llevó tantas horas. Mayormente, nos contratan por Instagram o por el boca en boca, porque vieron alguna pieza nuestra en la casa de alguien, de algún amigo o algún familiar. No trabajamos con mueblerías, vendemos directo al cliente.
Fede: Y después, tuvimos la suerte de trabajar con algunos diseñadores como Cristian Mohaded, para el que hicimos dos piezas que eran una reinterpretación de un sillón de Jean Michael Frank, que se expusieron en la muestra “Territorio Híbrido”, en el Museo Nacional de Arte Decorativo.
+¿Piensan que hay una vuelta a los oficios?
Fer: Creo que hay una especie de renacer del oficio en general, no sólo de la carpintería. Dentro de nuestra misma generación, hay gente interesada en la orfebrería, el cuero, los cuchillos, la madera.
PING – PONG
División de tareas. «Normalmente, hacemos todos los muebles y procesos entre los dos. Tenemos una misma metodología para trabajar -con las particularidades de cada uno en cuanto al uso de las herramientas-, pero la manera de llegar al resultado final es muy similar. Si una mesa tiene 6 encastres, arranca uno, sigue el otro, y no podríamos decir cuál hizo cada uno».
Pieza preferida. «Hubo un gabinete de nogal para un cliente de La Plata que me pareció increíble cómo quedó. Y la mesa que estamos haciendo ahora, porque parte de un único tablón de 6 metros de largo por 70 cm de ancho, que es algo muy raro de ver, y terminamos teniendo una veta espectacular» (Fer). «Un escritorio que terminamos hace poco. Fue verlo ahí para sacarle la foto y ¡guau!, nos sorprendió a dónde habíamos llegado» (Fede).
Los muebles propios. «Me encantaría tener una mesa de más de dos metros en mi casa, pero no me entra… (risas). De todos modos, lentamente, fui equipando mi casa con nuestro muebles» (Fer). «Yo prefiero no tener sillas, antes que tener una que no me gusta. Así vivo, ¿no? En la última casa a la que me mudé, tuve en cajas un año y medio las cosas, hasta que terminé el perchero que lo hice acá, obviamente» (Fede).
EL PROYECTO SILLA
Chaco Estudio hace bancos, mesas, banquetas, banquitos, escritorios, gabinetes. Pero hasta ahora, no han hecho sillas. Ante la pregunta de qué silla poner alrededor de una mesa hecha por encargo, recomiendan modelos clásicos como la Wishbone o la Cesca. Sin embargo, existe un proyecto silla, y bastante avanzado.
“La idea es lanzarla este año, y ofrecer sólo ese modelo de silla, toda en madera. Lo que tenemos en mente es bastante complejo en su desarrollo y ejecución, y estamos terminando de darle forma. Lo que siempre falta es tiempo, pero la idea y las ganas están. La silla es una de las piezas de mobiliario que más me gustan, y la más compleja también; sobre todo cuando no se produce a gran escala. Requiere de mucha plantilla y cuestiones muy específicas, por lo que hay que preparar el taller para eso”, detalla Fede.
+¿Qué imaginan para adelante, además de la silla?
Fer: Estamos pensando en la docencia, pero no para el día a día, porque es un camino que te lleva para otro lado, porque el taller se transforma, y estás con la cabeza en otro lugar que te saca del mueble. Pero sí dar algunos cursos más específicos, intensivos y cada tanto, porque nos interesa el desafío, y nos parece que está bueno transmitir el oficio.+