En un local a la calle en Parque Chas, la diseñadora industrial Sol Maugeri corta géneros, martilla y entela esqueletos de madera. Bienvenidos a Carmina, el Taller de Diseño de una mujer tapicera.
Un espacio desordenado y atiborrado de muebles y telas es lo que, en general, solemos tener en mente cuando pensamos en una tapicería. Carminia Taller de Diseño es todo lo contrario. Lo dirige desde 2016 Sol Maugeri, diseñadora industrial por la FADU/UBA y docente en esa misma facultad (es jefa de trabajos prácticos en las materias Diseño 3 en la cátedra Garbarini y en Metodología e Investigación aplicada al Diseño).
Terminando su carrera entró a trabajar en INTI Diseño Industrial dando cursos de formación en agregado de valor a la cadena lanera primero, y luego en INTI Micro y Nano Tecnologías, mientras dictaba sus talleres de tapicería los fines de semana en paralelo, a modo de hobby, en espacios que alquilaba por hora. Cuando entendió que su casa se había convertido en un depósito de materiales, decidió mudar el pasatiempo a un taller: es así que consiguió una habitación en una antigua casona de Villa Devoto, que (¿casualmente?) había sido la famosa tapicería Grazide. La suerte estaba echada.
+¿Cómo fue que te acercaste a la tapicería, siendo diseñadora industrial?
La tapicería era mi hobbie, mi momento de despeje. Me gustaba hacer cosas con las manos, estar en contacto con los materiales nobles, volver al hacer; era relajante y terapéutico. Diseño industrial tampoco fue casual: me gusta pensar los objetos, los usuarios, el contexto en el que un producto, mueble u objeto va a habitar. Por otro lado, vengo de tercera generación de PyME nacional. Actualmente, mi familia fabrica matrices de contrahendido, que son matrices plásticas descartables que van en las máquinas troqueladoras, para marcar el hendido del trazado de la caja de cartón. Mi familia diseñó y produjo las máquinas para fabricar esto. El ADN industrial lo tengo incorporado.
+Pero con la tapicería decidiste hacer tu propio camino…
Aunque siempre se consideró a la tapicería un trabajo de hombres, hoy hay muchas mujeres que se animan a hacer tapicería, u otros oficios. Encontré en la tapicería la posibilidad de hacer cosas nuevas: empecé dando cursos a amigos y familiares, y fui armando los talleres cuando sentí que podía transmitir ese oficio o conocimiento. Y creo que mi experiencia con la carrera de diseño y lo que hacía en el INTI me ayudaron mucho a planificar esos talleres.
+¿Cómo aprendiste el oficio?
En tapicería tenés dos corrientes: lo tradicional y lo moderno. Lo tradicional tiene mucho del trabajo, de lo minucioso, de seguir pasos, y no encontraba cómo aprenderlo, pero me crucé con gente súper generosa: encontré un lugar en donde no enseñaban tapicería tradicional, pero sí a tapizar con resortes, y fui haciendo distintos cursos para terminar de formarme. Pero mi verdadera escuela fue cuando pude estar al lado de un tapicero como ayudante: ‘vos me enseñás, yo aprendo y te ayudo a sacar el trabajo adelante’.
CARMINIA X TRES
Carminia se llama el Taller de Diseño de Sol Maugeri en honor a su abuela. Y es un Taller de Diseño porque no sólo se tapiza (o retapiza y restaura), sino que se diseña y rediseñan piezas en conjunto con el cliente.
Aunque básicamente Carminia es Sol, considera que son parte del equipo Gonzalo Fraga Grazide (de la histórica tapicería de Devoto, que la ayuda muchas veces) y la diseñadora Pilar Pages, que crea estampas exclusivas para Carminia, y con la que armó una primera colección cápsula. Pero vayamos por partes…
Carminia Taller. Son los talleres de tapicería. En el taller más básico, se tiene la experiencia de “tapicero por un día”. En una jornada de 4 ó 5 horas, con un máximo de 6 alumnos, se aprende el ABC del oficio. El tapizado de un objeto es siempre la excusa para ir aprendiendo distintas técnicas. “Con el puff se aprende la técnica del almohadillado, de poner el vivo y hacer un inglesado. En el taller de escandinavo, aprenden a hacer el botoné, y el inglesado con cartón. En el tradicional, se explica cómo hacer el cinchado, poner los resortes. A medida que vas pasando por los diferentes cursos, vas aprendiendo distintas técnicas”.
Carminia online. Es un e-shop con productos que se pueden comprar en el momento, porque están en stock. “En la tienda, vas a encontrar almohadones, cortinados: algunos productos de corte más moderno y otros de estilo. En algunos casos son esqueletos nuevos, y en otros son oportunidades que voy encontrando en remates, que restauro y retapizo, porque me parece que está bueno volver a darles nueva vida, y que el cliente se lleve un producto que ya tiene una historia”.
También está la colección cápsula Micro Patagonia, creada en conjunto con la diseñadora industrial Pilar Pages de Pilipa, compuesta por poltrona, almohadones, banquitos y telas por metro, estampadas con flores patagónicas. El diferencial es que la estampa es continua en 360º, en cada una de las piezas. “Nos llevó bastante tiempo y de prototipado generar esos ajustes y tolerancias para que la estampa caiga donde tiene que caer, sobre todo en la poltrona”.
Carminia a pedido. Son los trabajos de retapizado por encargo. ¿Suele suceder que te traigan una pieza para retapizar, que en realidad necesita ser totalmente restaurada?
“¡Sí! Cuando las sillas tienen movimiento, primero se destapizan, se trabaja sobre el esqueleto: hay que abrirlo todo, limpiarle las uniones, volverlo a prensar, dejarlo en prensa con cola un tiempo, cambiarle los tarugos. Además de ajustar el esqueleto, tenés la oportunidad de lavar la madera, hacerle alguna pátina, y recién ahí empieza el proceso de tapizado. En algunos momentos en los que me gustaría tener una segunda opinión, consulto a colegas restauradores para que el camino sea el más certero posible. También he trabajado con proyectos de patrimonio cultural, y esos son los trabajos que más me emocionan, porque en definitiva, tenés que reconstruir una historia».
+¿Cuáles son los pasos cuando te piden un retapizado?
Por ejemplo, me contactan porque tienen una silla para retapizar. Les pido que me manden una foto para hacer un presupuesto. Cuando está aprobado, vienen al taller con la silla y nos sentamos a hablar con el cliente sobre qué quiere: si cambiarla completamente o renovarla respetando el lenguaje original de la pieza. Les pido fotos del espacio donde se la va a poner, para saber también con qué otros objetos va a dialogar. Y empecemos a elegir telas, colores, texturas. Ante la duda, se hacen mockups para que el cliente esté seguro de sus decisiones. Todo el proceso va registrado; hago un informe final con la historia de la pieza. Esas historias las cuento también en la cuenta de IG, porque realmente tienen un gran valor emocional.
+¿Alguna de esas historias que quieras contarme?
Hace unos meses atrás, llegó Miriam con ganas de restaurarle a su hija Lu un escritorio con una silla que había comprado en segunda mano. El color de la silla era bastante feo; mientras el escritorio era espectacular, y el desafío era cómo hacer para que ambas piezas se vieran como un juego, y no parecieran cosas ensambladas. Fueron todas decisiones de diseño. A la silla se le hizo una pátina para tapar el color que no gustaba, y ese mismo tratamiento se extendió a una parte de la tapa del escritorio. El respaldo de la silla se tapizó con una tela floreada ilustrada por Pili, la misma con la que se enteló el interior de los cajones del escritorio (por encima agregamos acetato para que no se manchen). Así se lograron determinados detalles en esa composición que hablaban un mismo lenguaje estético, que te hacía percibir un todo en forma natural.
EL DILEMA DE LOS MATERIALES
Últimamente, escucho a muchos profesionales del interiorismo y el diseño quejarse de la falta de materiales en Argentina (principalmente géneros), y de la pérdida sistemática de mano de obra calificada: “es difícil encontrar un buen tornero, un buen carpintero, etc.”. ¿Qué pasa en el rubro de la tapicería?
En cuanto a los géneros, Sol me explica que: “Tanto Textiles Tala como Adesal Jacquards tienen géneros maravillosos que quedan muy bien. Hay que entender cuáles son las propiedades del género que tenés enfrente, y qué es lo que puede dar, pero creo que el jacquard de Adesal (que tiene planta en Burzaco) tiene muy buena maniobrabilidad, la trama siempre está de manera correcta, no hay mucha variación entre las tandas, tiene buena caída; lo elijo. Tala -que es otra de las empresas nacionales- está trabajando mucho en procesos de desarrollo: sacaron el Denver que no deja de sorprenderme. Tiene un proceso Easy Clean que si se mancha con bolígrafo, le pasás un trapo y desaparece. Y eso no lo vi en ninguna tela (por lo menos de las que se comercializan en el mercado). Hay que darle oportunidades al desarrollo argentino, y ayudar a nuestra industria”.
+¿Por qué decidiste entonces producir estampas propias con los diseños de Pili?
Mientras que en géneros lisos hay una gran variedad y escala de matices, de precios y calidades, sí están faltando géneros estampados, y con Pili nos inspiramos en la flora patagónica. Primero ilustra a mano, luego digitaliza y manda a sublimar. Ella ya venía haciendo telas, pero era un desafío poder llevar ese distintivo o agregado de valor a productos que fueran únicos, como en el caso de la colección cápsula Micro Patagonia. El género que usamos es el Lino Spazio de Adesal, que súper recomiendo.
+¿Qué pasa con el resto de los oficios que intervienen en la tapicería? Los esqueleteros, los torneros…
Hoy está difícil encontrar torneros, y por varias razones. Hay otras formas de hacer, hay tecnologías que ayudan un montón y otros procesos productivos, y es así como el entramado productivo empieza a hacer chispazos. El que es esqueletero tal vez no está en contacto con otros oficios, entonces si se le fue el tornero de toda la vida, tal vez le cuesta tercerizar ese proceso, o incorporar a un nuevo tornero. Cambian las tendencias, los modos de hacer, las generaciones. La búsqueda de proveedores es un trabajo constante.
UNA VECINDAD CREATIVA
A diferencia de otros talleres en los que estuve, el de Sol se exhibe abiertamente a los vecinos de Parque Chas -donde se mudó hace unos tres años-, con una vidriera enorme que da a la calle. Todo el que pasa caminando puede verla cortar géneros, martillar y entelar esqueletos en madera que se convertirán en renovadas sillas, bancos, poltronas, sillones. Cada tanto se escucha una música suave: es Volker Ziemendorff, el dueño del local. Vive arriba, es pianista, y musicaliza las horas de taller. La comunidad creativa del barrio se completa con vecinas emprendedoras como Cristi de Cerámica Poty y Julieta de @finanzasfem.
“En este nuevo taller en Parque Chas me divierto un montón, y me cambió mucho el tener ventana a la calle. Encontré un lugar en donde disfruto de cada proceso. Tengo clientes a los que les retapicé todos los sillones y sillas de su casa. Uno de los desafíos actuales es retapizar unas sillas de caño (comunes y corrientes) que tienen un almohadoncito mini en el respaldo, y no hay de dónde agarrarse. Entonces estoy generando prototipos, a prueba y error, para lograr intervenir esas sillas. Ahí entra a jugar la diseñadora.
+¿Qué es lo más chiquito y lo más grande que tapizaste?
Los más chiquito, un prototipo de un alumno para la facu. Me había mandado la foto, pero cuando lo vi en persona, ¡era súper mini! También tapicé una silla de madera antiquísima que era una réplica para nenes. Lo más grande (sin contar entelados) fue un sillón Berger. La clienta me pasó una foto sobre una pared blanca y no tuve registro del tamaño… Cuando llegó al taller, ¡el Berger era enorme! Nunca había visto un Berger tan fuera de escala. Tuve que volver a sacar la tizada y cantidad de metros de género porque era gigante. Con los proyectos, uno a veces gana, y otras veces aprende. Esta fue de las veces que aprendí (risas). Y en cuanto a cantidad, he tapizado 20/30 sillas para salones grandes, o juegos de living enteros. Y todas las sillas tienen que quedar perfectas e iguales. Son casos en los que, si puedo automatizar algunos pasos sin alterar la magia del proceso manual lo hago, porque es mi ADN de diseñadora.
+¿Qué se viene para Carminia?
Se vienen los cursos virtuales, que tendrán el mismo nivel del taller presencial. El guión ya está; tengo que empezar a grabar. Lo que me estaba faltando es definir bien el kit opcional de materiales que le llegará a los alumnos por correo, donde todo cabe en una caja del mismo tamaño que una caja de pizza.+