Una «casa chorizo» es una tipología de vivienda típica de Argentina, especialmente común en Buenos Aires. Se organiza en sentido longitudinal y perpendicular a la calle, en una secuencia de patios distribuidores.
PH Pichincha formaba parte, originalmente, de una casa chorizo, pero, a diferencia de la mayoría de las casas de su tipo, se organizaba en sentido paralelo a la calle. Esta particularidad hizo posible una relación franca con la calle, con posibilidad de acceso independiente e iluminación y ventilación directas.
A pesar de su atípica y favorable situación, la casa presentaba dos grandes problemas: Por un lado tenía dificultades de privacidad; la doble circulación, tanto entre ambientes como a través del patio y las dimensiones y distribución de los ambientes no se adaptaba a las dinámicas de la familia de tres que lo iba a habitar. Por otro lado, había sufrido algunas intervenciones (poco acertadas) que dificultaban la circulación de aire y el ingreso de luz.
La primera gran estrategia de la remodelación fue trasladar los dormitorios a la planta alta: transformamos el depósito sobre la escalera en el dormitorio principal y crecimos con un ambiente más sobre la terraza, donde resolvimos el dormitorio del hijo de la pareja. Conseguimos así liberar la planta baja para los usos más colectivos: integramos los dos dormitorios de 4×4 en un gran living y reubicamos el baño debajo de la escalera, liberando así el espacio que ocupaba para una cocina más amplia y cómoda.
Una decisión clave en la transformación fue la de llevar los dormitorios y el baño al mínimo tamaño posible. Esto nos permitió darle más metraje al living, el patio y la cocina, los tres ambientes que iban a tener un uso más intensivo.
La segunda gran estrategia fue reubicar la circulación principal en el living, que se transformó en el corazón de la casa. Recuperamos así el patio descubierto, principal fuente de luz y ventilación.
Conservamos todo lo que pudimos de la casa original: reciclamos los pisos de pinotea y las puertas y ventanas del living y el patio y descubrimos los ladrillos tanto de la bovedilla como de las paredes. Esto le dio mucho carácter al ambiente principal.
Las intervenciones nuevas respetan los materiales existentes de la casa, pero se despegan a través de la forma: Para la mayoría de los muebles, elegimos madera guatambú y la llevamos a un tono que dialogara con los originales de la casa. Como complemento, nos apoyamos en los colores verde y tiza, tanto para los pisos calcáreos, como para demás muebles y revestimientos. Una obra de Laura Libenson.
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