Ubicada en Quinta da Baroneza, un complejo residencial de alto nivel en Bragança Paulista, una ciudad turística climáticamente a 90 kilómetros de São Paulo, esta casa fue diseñada para una pareja y su hijo adolescente.
Se asienta sobre un terreno cuadrado con una ligera pendiente y una vista generosa. Dado que la futura construcción de residencias vecinas podría comprometer gran parte de las vistas circundantes, los arquitectos optaron por excavar la parte central del terreno. Esto creó un sótano con un patio soleado, garaje y jardín a nivel de la calle, a la vez que elevaba la casa principal sobre el nivel del suelo. «Al descender la pendiente de la calle, se conservó la vista frontal», explica el arquitecto, uno de los autores del proyecto.




La losa del piso y la losa de la cubierta forman dos planos paralelos de hormigón visto que definen el espacio en el que se desarrolla el programa. La mayoría de las habitaciones están integradas con terrazas exteriores, excepto los dormitorios y los baños, que se abren al exterior y están diseñados como pequeñas cajas blancas encajadas entre las losas. Sin embargo, la marcada horizontalidad del proyecto se compensa con los vacíos excavados en los planos horizontales.




Estos huecos están escalonados, asociados a escaleras, y permiten diversas líneas de visión y conexiones visuales entre las personas en la sala de estar, la piscina y el jardín del garaje. La vegetación también interactúa con estos huecos: los árboles plantados en la planta baja crecen y comienzan a llenarlos. «El reto es dar a un programa convencional una apariencia poco convencional», afirma el arquitecto.



Estas aberturas también marcan el paso del tiempo y los cambios climáticos. «El tiempo se percibe a través de las sombras proyectadas por los huecos en la losa, que cambian a lo largo del día, creando una geometría que define el proyecto. Y el viento que circula libremente por la casa también es parte integral de la arquitectura», afirma uno de los diseñadores.


La sala de estar se abre a la terraza a través de grandes puertas de cristal que, al retraerse, disuelven la frontera entre el interior y el exterior. «La arquitectura es un medio de ventilación, y esta casa no tiene una separación clara entre el interior y el exterior, algo que siempre es una preocupación clave en nuestros proyectos», señala el arquitecto.

Construida con hormigón armado in situ, la casa sigue una distribución convencional, incluyendo zonas de estar, cuatro dormitorios con baño privado y un aseo de invitados en la planta superior. La planta baja alberga la lavandería y las dependencias del personal. El espacio interior es relativamente reducido en comparación con el exterior, y la piscina, cuyos reflejos suavizan el predominio del hormigón visto, es también un volumen encajado en la primera losa, orientada hacia la mejor vista. El resultado es una casa refinada y compacta, a pesar de su gran superficie, una impresión reforzada por los suelos de hormigón pulido y los muros de mampostería pintados de blanco.


Para el arquitecto, el paisajismo no debe considerarse una cuestión de último momento. «La casa solo estará realmente completa una vez que el paisajismo haya madurado. Es uno de los elementos principales de la arquitectura, ya que ayuda a estructurar los espacios interiores y, junto con el tiempo y el viento, da forma a los exteriores».
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