Alejandro Gonzalez, Andrés Waisberg, Ezequiel Roses y Gaspar Iwaniura

El trabajo colaborativo según el estudio Polenta

De Polenta nacieron Molo y Tak-Tak. Gracias a que comparten espacio con otros tantos proyectos e interactúan entre sí, las posibilidades aumentan. Desde Iturri, el estudio Polenta fomenta el trabajo colaborativo y multidisciplinar.

Ezequiel Roses, Alejandro Gonzalez, Gaspar Iwaniura y Andrés Waisberg integran Polenta, un estudio de diseño multidisciplinario que ofrece diseño y desarrollo de productos, dirección de arte, identidad de marca, desarrollo de software, diseño y desarrollo de productos digitales, websites y Apps, tanto para instituciones privadas como públicas.

A su vez, Polenta lleva adelante Molo, una marca de mobiliario urbano y equipamiento de exterior con varias piezas distinguidas por el Sello de Buen de Diseño argentino, como el conjunto Picnic, el sistema de equipamiento Ika, los bancos Molo y Hache, y los bolardos Molo.

Por su parte, Tak-Tak nació como un sistema de equipamiento tandem, modular y liviano, desarmable y apilable, escalable y versátil, que puede funcionar en espacios semi públicos y privados, tanto en interior como exterior. Fue creciendo de tal forma, que de sistema que permitía armar bancos de 2, 3 y 4 plazas, se amplió a las mesas, la banqueta y la silla Duján (esta última, recibió también el Sello de Buen Diseño argentino en 2021).

Estos tres proyectos conviven con otros tantos en Iturri, un espacio de coworking de 650 m² ubicado en el barrio porteño de Villa Ortúzar, que supo ser una carpintería por sesenta años y luego una orfebrería que permaneció abandonada durante unos ocho, hasta que los chicos de Polenta -junto a Fernando Pardo, compañero y arquitecto de software-, se encargaron de remodelar el lugar para favorecer el trabajo multidisciplinar y colaborativo entre los distintos grupos creativos que tienen allí sus oficinas: Collective.ai (físicos, científicos y programadores), Urraca (ilustradores y animadores) y Junio (fotógrafas con taller de enmarcado artesanal).

Para dar cuenta de este sistema de funcionamiento, hace un par de años organizaron Iturri Abierto, un evento que convocó a casi 200 personas que se acercaron a la antigua fábrica para conocer los productos y proyectos que se gestan en el lugar.

“Para ese día, los que estamos en Iturri preparamos algo en conjunto o individualmente, e hicimos una puesta en común para contar lo que nos gusta hacer. Pudimos mostrar equipamiento y proyectos. Unos chicos que hacían audiovisuales mapearon todo el espacio, y Bea Sauret, Anabella Rondina y Alejo Estebecorena dieron una charla”, recuerda Alejandro Gonzalez. “Se generó un lugar de diálogo para pensar el diseño desde otro lugar, teniendo en cuenta la sustentabilidad, los materiales, el cooperativismo, la economía circular y el triple impacto para mirar hacia adelante. Nos interesa poner atención a estos temas”, agrega Ezequiel Roses.

ASÍ NACIÓ MOLO

Polenta es el nodo principal que se amplía según el proyecto, y el paraguas que alberga a las marcas Molo y Tak-Tak. Polenta nació mientras Alejandro, Gaspar y Andrés eran estudiantes en FADU, y del grupo también formaba parte Santiago Ares que falleció muy joven, a los 25 años. Juntos desarrollaron el Plan Qunita, un proyecto que consistió en la fabricación de 150 mil cunas para recién nacidos.

Hacia 2016, con la línea de mobiliario urbano Molo, se sumó Ezequiel Roses al equipo: técnico mecánico que también estudiaba diseño industrial en FADU, era socio en la fábrica metalúrgica Inmec, lo que proporcionaría la pata industrial que necesitaba el proyecto. “Hicimos una alianza estratégica entre la metalúrgica y el estudio, y así surgió Molo. Y de ahí en adelante, surgieron cosas increíbles como participar en la Feria de Milán exponiendo los productos, a sólo dos años de haber creado la marca”.

El lanzamiento de Molo se dio en el contexto de la edición 2016 de la feria Gobierno y Servicios Públicos. “En ese momento, estábamos diseñando un banco que era en fundición de hierro y premoldeados de hormigón. Teníamos que desarrollar moldería, matricería… Lo terminamos a último momento como un trabajo para la facultad, pero fue un éxito. Tuvimos un feedback del público increíble; era el lugar para presentarse”, rememoran. Así ingresaron en un mundo nuevo, en donde los clientes eran los municipios.

+¿Cómo son los tiempos en el diseño del mobiliario urbano?
P Es bastante largo el proceso de venta entre que vas al municipio, aceptan el producto, planifican la obra, te incluyen en la licitación, te ponen en el pliego y sale la producción, hasta que finalmente se instala en una plaza… Puede pasar un año entre que presentaste un producto y lo terminás instalando. Cotizamos con municipios de todo el país, pero en comparación con un banco clásico de cemento, nuestro producto es más caro porque tiene mucho diseño y desarrollo.

+¿Cómo manejan la producción de los productos de Molo?
P En general, la fabricación se hace en Inmec (donde hasta desarrollamos un área de hormigonado), salvo algún proceso como la fundición o el corte láser de tubos, que se tercerizan. Es esencial elegir materiales antivandalismo, que requieran el mínimo mantenimiento. Por eso le escapamos a la madera…

+¿Probaron usar madera plástica?
P Estamos en ese camino. Con Molo, estamos desarrollando un proyecto para una torre que se está construyendo en Núñez, para hacer el equipamiento completo: una familia de 30 productos que van sobre muros de hormigón, mesas, gradas, banquetas. Todo esto se desarrolló con listones y tablones de madera plástica. Además, estamos terminando unos prototipos de decks urbanos desarrollados con listones de plástico reciclado. Trabajamos con Maderas 4D, Creando Conciencia y Ecotécnica; y estamos con otro desarrollo con los chicos de Reaccionar.

+¿En qué proyectos estuvo involucrado Molo?
P Hicimos el equipamiento de la Plaza San Martín: la gente lo aborda tal cual lo pensamos, y fue la primera gran plaza que se armó con bancos y cestos nuestros. En los CGP, hay bicicleteros de Molo. En Puerto Madero, se instalaron unas mesas y bancos de coworking con conexión USB y 220v frente a la UCA y la Facultad de Ingeniería. En la calle principal de Bariloche ya se instalaron 50 cestos. Nos interesa aportar al espacio público. Es una apuesta a largo tiempo, que nos da el lugar para proponer e intervenir el espacio urbano, que es donde están las personas y sucede todo.

+Varios de sus productos tienen el Sello de Buen Diseño argentino…
P Nos obligamos a presentar todos los años un producto para generar familias nuevas. Tener el Sello nos permite acceder a subsidios, capacitaciones, presentarnos en ferias como la de Milán en 2018, participar de rondas de negocio en Bolivia y Uruguay. Nos da un nivel de ayuda que potencia al diseño y el desarrollo de productos. Solemos aprovechar toda oportunidad de presentar productos para tener visibilidad, como Casa FOA y la Bienal Iberoamericana de Diseño.

LO QUE SIGUE

Aunque el equipo de Polenta está compuesto por diseñadores, sus saberes y competencias son bien heterogéneos: Gaspar es diseñador gráfico y fotógrafo; Andrés es diseñador industrial, pero con un perfil de programador y desarrollador de sitios Web de alta complejidad. Alejandro y Ezequiel son diseñadores industriales, pero Alejandro se dedica más al diseño y desarrollo, mientras que Ezequiel está en la producción, estrategias y presupuestos. Las tareas se reparten según el proyecto y las circunstancias en que éstos llegan al estudio.

El último año, comenzaron a desarrollar la marca en Europa; ya producen en Milán, y en breve en Barcelona. La idea es tener aliados productivos y esperan presentar el banco Picnic en madera de cedro en una galería de arte, en el contexto del Fuorisalone.

¿En qué están trabajando actualmente?
P Estamos con un proyecto muy bueno, un kit de ciencia para escuelas primarias, junto con la Fundación Balseiro y el Invap. Son 20 experimentos de física en tres áreas: magnetismo, ondas y óptica, que incluyen los cuadernillos para docentes y alumnos, el manual de la marca, videos, ilustraciones, animaciones. Se va a implementar primero en Río Negro, con la idea de lanzarlo luego a nivel nacional. Nos gustan estos proyectos porque tienen un impacto social, y cambian la forma de pensar y ver las cosas. Además, hace un año y medio estamos haciendo una desarrollo para una patisserie que se va a abrir en Devoto. Fabricamos una heladera de 15 metros de largo en color rosa… Es un proyecto muy puntual y hecho a medida que nos interesaba mucho. Lo lleva adelante el estudio MMCV, y es un desafío porque es muy complejo, y aplicamos tecnologías nuevas, como el corte láser 4D.

+¿Qué se viene para Polenta?
P Somos bastante inquietos, y vamos a seguir generando proyectos que nos interesen. Por ejemplo, Ezequiel está con un proyecto de casas modulares anfibias que emplean módulos de 6×6 realizados con biomateriales, y se equipan con mobiliario de Molo y Tak-Tak. Se generan muchos proyectos entre los distintos equipos que conviven en Iturri, que combinan inteligencia artificial, animación. La idea es confluir entre las disciplinas. La misma profesión te permite ir generando cosas nuevas y frescas todo el tiempo, para no encasillarse en algo concreto.+