Este pequeño refugio de unos 50m2, está ubicado en los alrededores de Valdivia, en la costa del pacífico. Se emplaza en medio de la densa y húmeda selva valdiviana.
El cliente quería una pequeña cabaña para pasar sus vacaciones y el desafío principal en este aspecto consistió en re interpretar ese concepto -fuertemente asentado- de la cabaña tradicional.



Propusimos una torre muy angosta separada del terreno por medio de apoyos de hormigón, que buscara la luz del norte y que permitiera usar una mínima superficie de suelo. En planta, el pequeño rectángulo tiene cuatro metros de ancho por siete metros de largo y calza justo entre un grupo de árboles, elevándose diez metros sobre el nivel del suelo hasta las copas de esos árboles.




La construcción se divide en dos pisos muy compactos; en el primer nivel un recibidor, que es al mismo tiempo el pasillo que conecta los dormitorios, y el único baño con la escalera. En el segundo nivel se encuentra una planta abierta que incluye la zona de estar y una cocina que en realidad se sienten como un espacio noble y generoso enfrentado al paisaje. Las dimensiones oscilan entre las alturas mínimas para transitar libremente y las que consideran la escala del paisaje.




La forma se concibe como un volumen compacto y muy definido, un prisma de ángulos agudos que contrasta fuertemente con el entorno. Sus interiores en madera de laurel son acogedores y táctiles, todo pareciera ser un mueble, como sucede en las embarcaciones con sus cuadernas y quillas a la vista.



La forma del techo es a dos aguas, pero con la viga cumbrera haciendo una diagonal sobre el volumen de la casa, a modo de espina de pescado. La estructura se cortó completamente en obra, sin usar más medios tecnológicos que las herramientas de carpintería tradicional.
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